USHUAIA (Enviado especial).- El país recordará hoy con tristeza los más de 600 muertos y 1.000 heridos argentinos que produjo el conflicto bélico con Gran Bretaña por las Islas Malvinas, al cumplirse 30 años de la toma del archipiélago por las tropas argentinas el 2 de abril de 1982, que terminó por crear el peor obstáculo para el reconocimiento de los derechos argentinos sobre el territorio malvinero. El operativo militar había sido concebido por el Gobierno, que encabezaba el general Leopoldo Galtieri, como una estrategia para recuperar la iniciativa política interna y evitar el colapso del modelo que ya se evidenciaba, tras seis años del golpe del 24 de marzo de 1976. El conflicto provocó la muerte de más de 600 argentinos, 255 británicos y tres mujeres malvinenses, que fueron alcanzadas por el bombardeo de una fragata inglesa.
La toma del archipiélago no provocó víctimas en las tropas que se opusieron al desembarco, pero ocasionó la muerte de tres militares argentinos. La resistencia de unos 500 soldados ingleses duró hasta las 9.30 del mismo 2 abril.
El entonces presidente de EEUU, Ronald Reagan, intentó detener la operación argentina cuando ya estaba en marcha, en una conversación telefónica con Galtieri, pero éste rechazó la propuesta, aunque aceptó la mediación del secretario de Estado, Alexander Haig. Este viajó a Buenos Aires y Londres con un plan que incluía el retiro de las tropas argentinas y una administración conjunta de las islas mientras se debatía la soberanía.
Las gestiones terminaron el 2 de mayo cuando el submarino nuclear británico Conqueror hundió al crucero General Belgrano y mató a 323 marinos, cuando navegaba muy lejos de la zona de exclusión fijada por los ingleses.
La guerra tomó un sesgo definitivamente contrario a la Argentina cuando fuerzas inglesas desembarcaron el 21 de mayo en la isla Soledad y EEUU entregó ayuda militar, logística y diplomática a su aliada estratégica en la OTAN.
Las diferencias tecnológicas y de preparación de las tropas inglesas volcaron a su favor los resultados de la guerra, que concluyó con la rendición argentina el 14 de junio, mientras el papa Juan Pablo II recorría la Argentina pidiendo el fin del conflicto. Luego, los isleños, que habían sido mantenidos durante 149 años en un estatus político secundario, recibieron la ciudadanía británica y ayuda económica, así como inversiones para aprovechar los recursos naturales.
Pese a la insistencia de las resoluciones de la ONU que reclaman el inicio de conversaciones para definir la soberanía, los ingleses se negaron sistemáticamente a considerar el tema y comenzaron a proponer la autodeterminación de los isleños como única salida.
Desde 1983
La derrota militar de 1982 quitó espacios para la reivindicación de soberanía argentina y los gobiernos sucesivos buscaron, con distintas estrategias diplomáticas, obligar al diálogo al gobierno europeo. Raúl Alfonsín restableció las relaciones diplomáticas y aceptó poner bajo "un paraguas" el tema de soberanía para avanzar con acuerdos en otras áreas. Carlos Menem intentó una política de seducción de los malvinenses, permitió vuelos y buscó la exploración conjunta de los recursos estratégicos, pero los isleños prefirieron llamar a sus propias licitaciones. En 1994 fue reformada la Constitución nacional y declaró "imprescriptibles" los derechos de soberanía sobre las islas. Néstor Kirchner se reunió con Tony Blair y expresó preocupación por los permisos de pesca otorgado por el Reino Unido.
Cristina Fernández rechazó una constitución para las islas que establecía el autogobierno y puso fin a los acuerdos de exploración petrolera conjunta. Obtuvo un unánime respaldo de la Unasur al reclamo argentino, y el compromiso latinoamericano de no permitir el ingreso de buques con bandera del archipiélago. (DyN)